versos envueltos  en trapicheos y sentires…

 

 

  POESÍA

 

El SABARIEGO

 

 Nacida del ansia del tiempo,

 

aldea de siglos, cansada,

 

de manos duras y agrietadas

 

que nos gesta y amamanta.

 

Resplandece blanca, solitaria,

 

entre los montes de San Pedro,

 

la vieja torre La Harina,

 

y la Loma Larga.

 

 

 Piel sembrada de olivos,

 

llaga de tierra y labranza,

 

de polvo ardiente humillado

 

con el sudor de la azada.

 

 

        Entre los tules del día

 

y embrujada por los versos,

 

vuela mi melancolía

 

vagando por La Solana,

 

el Molino de los Funes,

 

         la fuente La Malaguilla,

 

las aguas mansas del pilar,

 

y la plaza La Pasailla.

 

 

 Es el cortijo Los Botijos

 

 mi artesana cuna de infancia.

 

Rudos brazos que me abrazan

 

de sagrado terciopelo…,

 

mullido de blanca lana.

 

En su regazo inmortal del tiempo

 

pinto viejas alegrías, llantos, juegos…,

 

en el lienzo de mi alma.

 

 

 En mayo,

 

cuando la tarde muere en los ojos de la luz,

 

la ermita blanca amanece,

 

albergando allí, en su templo:   

 

esperanza, desconsuelo,

 

huecos rosarios, pasivos rezos,

 

promesas, ofrendas de tibias rosas

 

y sentidos golpes de pecho.

 

 

 Y en las brasas del verano,

 

  serpentea un hilván de agua.

 

Es nuestro río San Juan,

 

  donde nacen y fallecen

 

pasiones enamoradas.

 

Temblor místico ensartado

 

entre susurros de plata

 

cuando le besa el silencio

 

entre arrumacos de magia.

 

 

 En el abrupto invierno,

 

 cuando el silencio se trastorna en lluvia

 

y el rumor corre por las acequias,

 

los bravos aceituneros doman el paisaje

 

con la labor de las faenas.

 

 

 En la aldea nada envejece:

 

la fatiga dormida en la alcoba,

 

la pereza que despierta la mañana

 

en la tez lozana de sus horas;

 

las veredas, el tomillo, las violetas…,

 

sus arraigadas creencias.

 

 

 En la boca de las noches infinitas

 

 de fresco y plácido aliento,

 

 se enciende la luna llena en los corros de la aldea,

 

 donde se tejen los hábitos,

 

se anidan los recuerdos y se asoman los olvidos,

 

liberando sus campechanas lenguas…

 

   

 Aunque mi memoria esté,

 

de tinieblas, fatigada

 

y mi sonrisa sea leve mueca

 

huérfana ya, de anciana solitaria,

 

mis pupilas no olvidarán,

 

la noche encendida de estrellas

 

que dio luz a estas páginas.

 

 

 @Anif Larom

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Santiago. (sábado, 23 mayo 2015 17:34)

    No sé dónde encuentras tantos recursos.
    Supongo que en tu autenticidad.

Aldea de Sabariego
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